Luis Barragán: Pol´Óster

Luis Barragán @LuisBarraganJ

Doce años atrás, entramos y curioseamos en la sucursal periférica de una librería desacostumbrada, cuya existencia ya hoy nadie imagina. Encontramos al autor estadounidense citado de vez en cuando por quienes apenas hallaban algún espacio para sus comentarios culturales, adquiriendo un par de ejemplares que supusimos radicalmente transitorios, al menos, por cierto, como no tardó mucho en hacerse Haruki Murakami, precedido de una fama que cada vez se nos antoja más injustificada.

Escapistas, transitando por un profundo luto familiar, nos adentramos en Paul Auster para deambular también entre sus personajes, enseñándonos a ver a Brooklin a través de su narrativa, como Woody Allen a leer a Mahattan con su filmografía. Todavía era posible hallar sus más importantes títulos a precios accesibles, en un país que se convirtió con el tiempo en un magnífico importador de ropas, calzados deportivos, equipos electrodomésticos y electrónicos, desechados por defectuosos en otros países: ¿libros?, ni las llamadas ediciones piratas, si se quiere, teniendo por tales las versiones digitales que, a veces, llegan solas y gratuitas.

Varias son las ocasiones en las que nos imaginamos a un específico, violento e indeseable grupo de venezolanos en el Brooklin de Auster, aunque la ciudad entera los ha conocido portadores de todos los idiomas, tallas e intenciones. Esta vez, en detrimento de la inmensa mayoría de nuestros paisanos pacíficos, honestos y diligentes que viven allá, sospechamos a los violentos como parte de un propósito de desprestigio y sabotaje de los regímenes que desean golpear a los países más libres y prósperos escarmentando al mismo tiempo a sus nacionales.

Las nuevas generaciones de venezolanos no tienen por qué saber de Auster, ya que no hay las vidrieras que lo exhiban y los algoritmos jamás lo conducirían a él. Excepto la bastarda telegrafía de la pantalla telefónica o del monitor de su pc, leer constituye un esfuerzo inaudito únicamente para los pendejos que no saben de las facilidades infinitas de la inteligencia artificial, y una afición y oficio tan incomprensible como el de escribir.

Pol´Óster, ha fallecido y, como Jorge Luis Borges, no necesitó ni necesitará del Nobel para ser lo que es. Y, sí, ojalá nadie más encienda un cigarrillo en todo el planeta para aprender a respirar de nuevo.

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