La primavera dorada, un fenómeno natural que llenó de alegría al Jardín Botánico de Maracaibo

 

En el Jardín Botánico de Maracaibo se vivió un espectáculo natural durante cuatro días (del 25 al 28 de abril) con el florecimiento de los curarires, árbol autóctono de la región zuliana. Como un regalo de Dios califican los ciudadanos poder apreciar este hermoso regalo de la naturaleza.

Por Lexzys Lugo / Corresponsalía lapatilla.com

El Jardín Botánico de Maracaibo es un espacio que tiene más de 40 años maravillando a los zulianos. Cuenta con 108 hectáreas en su mayoría llenas de curarires, de los cuales 45 hectáreas están habilitadas para el recorrido de los nativos y visitantes de otras latitudes que colmaron por esos cuadros días las inmediaciones del lugar.

El fenómeno natural de la floración de los curarires ocurre después de la segunda lluvia del año, cuando inicia la florescencia debido a la hidratación de los árboles.

Al cuarto día después de recibir el agua milagrosa del cielo, la magia se puede apreciar en su máximo esplendor: una alfombra amarilla se extiende por el Jardín Botánico, se viven unos días dorados que alegran a los zulianos.

Carolina Mora, miembro de la Fundación Jardín Botánico de Maracaibo, comentó que este año contó con una particularidad muy especial: los árboles se sobrehidrataron.

 

Carolina Mora, miembro de la Junta Directiva del Jardín Botánico

 

Normalmente, deben caer 38 mililitros de agua por centímetro cúbico, pero el pasado 20 de abril cayeron 82 mililitros, lo que provocó que hubiera una mayor floración y caída de los capuyos de los curarires.

Mora destacó que es una bendición que Dios le ha regalado al Zulia en los últimos cuatro años, lo que ha vuelto a atraer a las familias a acudir al parque. Los niños juegan, corren, disfrutan y conectan con la naturaleza, una actividad que, a su juicio, se había perdido.

También es placentero ver a los adultos mayores caminar, sonreír y admirar la “primavera dorada o amarilla”, como se le denomina a este fenómeno natural.

Aclaró que el Jardín Botánico es un espacio para disfrutar de la naturaleza, leer, caminar y descansar, un lugar que se ha erigido como el pulmón vegetal de los zulianos. Allí no se permite música a alto volumen, porque rompería la paz que allí se respira.

Un equipo de voluntarios

 

Gregory Negrón, boticario y miembro de la Legión Jardín Botánico de Maracaibo

 

Gregory Negrón es un botánico, miembro de la Legión Amigos y Compañeros del Jardín Botánico. Esta organización se encarga de cuidar, limpiar y preservar el espacio.

Negrón afirmó que lo que se vive estos cuatros días es extraordinario para la humanidad, una experiencia que describió como un éxtasis.

Dijo que visitar el Jardín Botánico el resto del año es recargarse de buena vibra y respirar un aire verdaderamente puro, debido a la gran producción de oxígeno por la presencia de los árboles. “Eso se traduce en salud”, recalcó.

“Nos hemos dado cuenta que en los zulianos sí hay ese gusto por la naturaleza, solo que se había perdido o disipado por las nuevas tecnologías. A mi juicio, es mucho mejor traer a un niño al jardín para que vea los pájaros, los árboles, la laguna, corra, juegue, en vez de tenerlo seis horas o más frente a un celular. Invito a los padres a llevar a sus hijos a ese espacio para afianzar las raíces de amor y contacto con la naturaleza”, dijo.

Elena Socorro es fotógrafa oriunda de Machiques, pero reside desde hace años en Maracaibo. Aseveró que con ansias espera cada año el florecimiento de los curarires, tal como otras fechas especiales como el Día de la Madre o el Día del Padre.

Con una fotografía de los curarires ganó un premio en una revista de España. “Casi no dormí. A las 6:00 de la mañana me desperté, y a las 7:00 ya estaba aquí, ansiosa. Es una pasión que siento por venir aquí. Tenía la sensación de alegría y felicidad. Como fotógrafa estoy eufórica por estar aquí y capturar para transmitir las imágenes de la grandeza de la naturaleza”, destacó.

El Jardín Botánico de Maracaibo durante los cuatro días del florecimiento de los curarires está abierto al público de 8:00 de la mañana a 4:00 de la tarde. El resto del año funciona solo sábado y domingo en el mismo horario. La entrada tiene un costo de 2 dólares por persona y menores de cinco años pagan un dólar. Estos fondos son usados para el mantenimiento del lugar.

Todos somos una familia

 

Yesenia León, arquitecta paisajista del Jardín Botánico de Maracaibo

 

Yesenia León Prieto es la arquitecta paisajista del Jardín Botánico de Maracaibo. Aclaró que el jardín no es un parque. Un parque siempre es público, mientras que un jardín botánico puede ser público o privado.

El Jardín Botánico de Maracaibo es un espacio para la preservación, investigación y educación. Dijo que actualmente profesores de la Universidad del Zulia (LUZ) desarrollan allí proyectos de investigación.

Para León, trabajar en el Jardín Botánico es una bendición. Dijo que poder conectar a diario con la naturaleza, caminar descalza en la arena, oír el cantar de los pájaros, es algo mágico que muchos se pierden por andar sumergidos en los quehaceres y rutinas de la ciudad.

“Trabajo todos los días. No estoy pegada a una computadora y eso me hace feliz. El poder estar en un espacio abierto que todos los días nos regala algo distinto, es para mí algo místico, bendito”.

La arquitecta dijo que todos los sábados está activo el grupo de voluntarios del jardín botánico, donde los interesados aprenden a plantar árboles, sembrar y cuidar a estos seres vivos.

También asisten estudiantes de la Facultad de Agronomía de LUZ para realizar su servicio comunitario, pasantías o formar parte de los voluntarios. León detalló que el cuidado y preservación del jardín está a cargo de diez personas dedicadas, que con gran amor realizan esta labor. “El que hace lo que le gusta, nunca se cansa”, citó la arquitecta.

Soltar y recibir la energía

 

Desirre Hevia, instructora de yoga

 

Desirre Hevia, profesora de yoga, calificó el florecimiento de los curarires como un regalo a la ciudad, que se debe recibir con amor. Dijo que la seguridad y organización para este evento de la primavera amarilla este año fue exitoso.

Acudió al jardín botánico con un grupo de 50 mujeres para apreciar el fenómeno natural y conectar con la naturaleza. “Somos seres biológicos, parte de un todo. Debemos soltar la energía contenida, hacer cosas sencillas como caminar descalza en la arena, eso es conectar con la naturaleza. Allí se debe soltar y disipar las energías. La tierra es el mejor transmutador”, acotó.

José Vergara es un septuagenario y dijo que esta corta primavera es un evento que nadie puede perderse. Calificó de reconfortante ver a los niños jugar pelota, correr, pasear con sus perros hacer cosas tan cotidianas que cree se han perdido por el excesivo uso de la tecnología.

“Nunca me imaginé a mis 79 años estar caminando y viendo esta alfombra amarilla que me recarga de energía. Muchas veces en las cosas más simple está la felicidad”, concluyó.

 

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