La foto del dolor

La foto del dolor

La imagen que ha inspirado a este artículo la vi por primera vez en un periódico español, El País,  y me impactó por el dolor que transmite,  su capacidad de síntesis de la destrucción física y humana en Gaza, por ser símbolo de un momento histórico actual que difícilmente olvidaremos y por la paradójica belleza de la muerte que el fotógrafo captó.

Días después de haber visto la foto de la mujer y la niña muerta, la Asociación Mundial de Fotoperiodismo (WPP, por sus siglas en inglés), una organización sin fines de lucro que convoca anualmente a un concurso sobre las mejores fotos periodísticas del mundo, la seleccionó como la mejor fotografía del 2024.

La historia detrás de la foto

A pesar de que no soy dado a dar nombres propios en mis artículos, lo haré en esta ocasión para reconocer el ojo y sensibilidad de Mohammed Salem, fotógrafo palestino que trabaja para una agencia internacional y que captó la imagen premiada.  Mohammed se encontraba celebrando el nacimiento de su hijo en uno de los pocos hospitales que Israel ha dejado operativos en Gaza y en su momento de alegría, se topó con la crudeza de la muerte frente a él.  No era difícil estando en Gaza.

La imagen de la conmovedora foto es la de una mujer abrazando el cuerpo inerte de un infante, envuelto en gasas blancas como lo acostumbran hacer los musulmanes.  La primera interpretación que hacemos es de una madre desconsolada apegada al cadáver de su hijo, pero, en la realidad, era una tía abrazando el cuerpo de su sobrina. La madre de la niña había muerto en el mismo ataque israelí que mató a la niña.  

La foto es de la tía que llora a su sobrina, a su hermana, no sabemos si a otros familiares y vecinos y llora también por sí misma y sus congéneres. Es un llanto no sólo de dolor, también de rabia y miedo. Sin duda, esa mujer ha sido testigo de las atrocidades de una guerra movida por la venganza y cuya finalidad es extinguir a quienes son como ella, palestinos.

El exterminio del enemigo como objetivo

Millares de palestinos de cualquier edad, sexo, ideología política y credo religioso, van por las calles que fueron de ciudades en aquella tierra, por caminos que unieron a antiguas ciudades, atraviesan desiertos, huyen del miedo y de la muerte. Van en búsqueda de comida, agua y un refugio que les permita sobrevivir.

Centenares de palestinos han llegado a un refugio o a un lugar relativamente seguro, como podría ser una iglesia, un hospital, una escuela, considerados neutrales en los códigos de todo conflicto bélico, pero también allí caen las bombas israelíes, hiriéndoles o matándolos.

En Gaza casi no hay hospitales donde se puedan atender los miles de heridos ni camposantos para los miles muertos.  Todos vuelven a la intemperie por donde llueven bombas y disparos. Parecen escenas que precedieron la segunda guerra mundial.  Huele a Auswitch.

Millares de palestinos, víctimas de la hambruna y la sed a la que les ha condenado el cerco israelí, esperan por la llegada del convoy que trae alimentos, agua y medicinas enviados por organismos humanitarios. La ayuda se demora, no llega. El cerco no cesa.  Por fin llega algo de ayuda. Desesperados, centenares de gazatíes se lanzan sobre los camiones tratando de coger algo para sí mismo y sus familias. No hay orden posible, el hambre es brava. Los dispersan las balas israelíes. Suena a Auswitch.

Millares de palestinos bordean las costas del mar esperando que del cielo baje un mesías. El mesías moderno es un avión todopoderoso enviado desde tierras lejanas donde sus dirigentes van rogando y con el mazo dando.  Desde el avión lanzarán agua y alimentos para que sobrevivan pero decenas de gazatíes se han ahogado tratando de sacar del agua las dádivas enviadas.

Seis meses después

A seis meses de que guerrilleros de Hamas atacaran territorio israelí, matando cerca de mil israelíes y secuestrando a un poco más de un centenar -de los cuales más de la mitad han sido regresados a Israel-, el ejército de ese país se dio a la persecución, por aire y tierra, de los guerrilleros palestinos arrasando con todo y todos lo que encontrara a su paso.

En seis meses, las tropas y la aviación israelí han asesinado al menos 35.000 palestinos, la mayoría mujeres, niñas y niños que no eran guerrilleros, se calculan unos 7.000 cuerpos bajo de los escombros de los edificios destruidos por las bombas y cerca de 80.000 heridos, la mayoría mujeres, niñas y niños, según el ministerio de salud de la franja de Gaza.

A los muertos bajo los escombros en Gaza hay que sumarle los centenares de cadáveres, sin ropa y con las manos atadas, que en estos días se están encontrando en fosas comunes cerca de los hospitales invadidos por las tropas israelíes.

A seis meses de la guerra contra Gaza, continúan los desmanes del gobierno de Israel, en complicidad con otros gobiernos que le apoyan, ante el asombro de gran parte de la población mundial y el dolor inmenso de la población de Gaza que se ve en muchas imágenes y narraciones y que está magistralmente captada en la foto de la tía que abraza a su sobrina muerta. La madre de la niña no puede abrazarla porque también está muerta. 

Y seguiremos siendo testigos del genocidio que Israel hace en Gaza, en complicidad con otros gobiernos.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

Del mismo autor: Angela y Joan, 50 años después

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