El lado desconocido de Curly, el “Chiflado” más bueno: rescató de la calle a más de 5 mil perros y les encontró hogar

Uno de sus perros en una escena de Los tres chiflados

 

Curly Howard es, sin dudas, uno de los personajes más queridos de las series que trascendieron generaciones. En blanco y negro, con chistes y escenas desopilantes, Los tres chiflados (The Three Stooges) aparecieron en la pantalla estadounidense en 1923, pero en 1934 se incorporó Jerome Lester Horwitz para darle vida al hombre calvo que recibía constantes golpes (no siempre actuados) por parte de Moe o Moses, su hermano mayor en la vida real.

Por infobae.com

El querido Curly fue parte del trío comediante hasta 1946, cuando la etapa más oscura llegó a su vida: un accidente cerebrovascular grave lo dejó incapacitado para seguir actuando y fue reemplazado por su hermano Samuel Horwitz (Shemp Howard en la tira cómica). Al año siguiente, fue diagnosticado con hipertensión, hemorragia retinal y obesidad, cuadro general que seguía agravando su estado de salud hasta que, en 1949, sufrió el segundo derrame cerebral y al poco tiempo tuvo pequeños ACV, por lo que debió ser internado de urgencia en el Hospital Cedars Of Lebanon en Hollywood. Murió el 18 de enero de 1952 con 48 años.

Además de dejar un sinfín de gags, divertidos episodios en la serie que lo hizo mundialmente famoso, Jerome participó de más de una veintena de largometrajes y cortos; fue reconocido como actor de cine, televisión y de teatro, y también como guionista, actor de voz y productor cinematográfico. Quizás, la faceta menos conocida (excepto por su fanáticos) era la de proteccionista y su incansable labor por los perros abandonados: llegó a rescatar a unos 5 mil de las calles. Aunque ya tenía una decena en su casa, adoptó varios y se ocupó personalmente de buscarles un hogar a los que iba rescatando. Mientras eso sucedía, los tenía en tránsito, como se llama hoy a la acción de rescatar a un animal, tenerlo en casa y darles los cuidados necesarios hasta que encuentran, finalmente, una familia.

Curly, el proteccionista

El apodo se debe a que Jerome tenía la cabeza llena de rulos, los que rapó para encajar con las características del personaje que lo inmortalizó junto a sus hermanos.

En el contrato, según los investigadores de su vida, pidió una clausula especial a Columbia Pictures: que le permitan llevar a sus perros al estudio de grabación porque no los quería dejar solos mientras trabajaba. En el ambiente, ya era conocido no solamente por su amor a los canes sino por parar en cualquier camino para rescatar de las calles a cualquier perro que veía desahuciado, algo poco frecuente en la década de 1930.

Respetando ese deseo, Columbia aceptó, pero pidiéndole que no fueran más de dos cada día de grabación porque, sobre todo los cachorros, hacían de las suyas en el set: aparecían en medio del rodaje y se convertían en parte de las escenas que finalmente eran emitidas al aire, manteniendo así la frescura del momento. Los fanáticos de la serie recuerdan, sobre todo en los grupos que reviven las series de antaño, como cada tanto se veían “invasiones sorpresa de perros en los primeros capítulos del programa”.

Había nacido el 22 de octubre de 1903 en Brooklyn, Nueva York, y que fue el quinto y último hijo de la familia Horwitz, motivo que le hizo ganar el apodo familiar “Babe”; tenía ascendencia levita y lituana judía. Con los años, cuando su melena rubia rizada comenzaba a llamar la atención (casi al tiempo en que su hermano se casara con una mujer llamada Babe), el apodo cambió a Curly (palabra en ingles que significa rizos) y hasta se le pidió que lo mantuviera para el personaje que lo consagró.

En el escenario, creó una serie de reacciones y expresiones (y sonidos onomatopéyicos) que el resto del elenco debió comprender además de copiar: “N’yuk, n’yuk, n’yuk”, lo usaba cuando se reía de sus propias ocurrencias; “Woo, woo, woo”, lo usaban para mostrarse asustado, cuando cortejaba alguna dama o cuando huía de un peligro; “N’yahh!”, expresión de miedo que los demás Chiflados siguieron usando luego de que Curly dejó el ciclo. Finalmente, “Ruff, ruff”, como no podía ser de otra manera, inventó un ladrido de perro.

Hasta en esa expresión que usó para darse valor y antes de terminar una escena, Curly quiso homenajear a sus amados perros, a quienes no dudaba en proteger. Cuando el grupo salía de gira por distintas ciudades, le bastaba pasar por cualquier sitio y ver a uno solo y desamparado para frenar, acercarse, tomarlo entre sus brazos y seguir camino con el animal encima.

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